domingo, 17 de agosto de 2008

EL DOLOR DE UN ADIOS OBLIGADO


Por: Alejandra Santacruz


En una lejana costa del pacifico colombiano llamada Sapzurro vivían en una hermosa cabaña una numerosa familia, para quienes todo en el mundo era posible desde que se mantuvieran unidos y felices, disfrutaban de cada amanecer y cada atardecer en las hermosas playas del frente de su casa y no se preocupaban sino por conseguir el alimento necesario para subsistir y brindarles a sus niños bienestar y educación.







Pero un amanecer cualquiera de manera inesperada fuertes e inusuales sonidos, muy diferentes a los del canto de las aves y a la brisa del mar, despertaron a los integrantes de esta familia quienes asustados salieron a los pasillos, en donde se fueron reuniendo. Los hombres de la familia tomaron precauciones y bajaron a la primera planta de la casa, a través de los balcones se veían algunos hombres encapuchados que caminaban de lado a lado, se empezaba a sentir olor a humo y el desespero iba aumentando. Decidido uno de los hombres dijo: “debemos irnos” estas personas no quieren nada bueno.


Apresurados avisaron a sus familiares, y salieron por la puerta trasera de la casa, con cautela y acompañados de mucho miedo y tristeza, caminaron a través de la montaña por largas horas intentando llegar hasta la frontera con Panamá o hacia algún lugar seguro. Todos en algún momento con nostalgia dieron una vista atrás y visualizaron el mar que siempre los había hecho felices y a su cabaña a la que talvez no volverían jamás pues empezaba a ser destruida por las llamas.

Gracias a la ayuda de unas personas que se encontraron en el camino, lograron llegar a una ciudad en la cual en medio de dificultades, pero con mucho trabajo pudieron con el tiempo construir una estabilidad, infortunadamente ya no podían mantenerse juntos, cada pareja con sus respectivos hijos tuvieron que emprender caminos diferentes para poder sobrevivir.

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