La casa blanca con puertas y
ventanas rojas, ubicada en el centro de Apartadó y denominada Directorio
Liberal, tal vez no ha logrado recuperar el rol que perdió hace 15 años cuando,
por allí, miles de personas pasaron a decirle adiós a su concejal y líder
comunitario, Santiago Santacruz Rambay.
Fue un domingo de febrero, el
18, del año 2001, cuando el concejal y maestro, nacido en el corregimiento Río
Grande, del municipio de Turbo, educado por su familia, los Santacruz, de
origen pastuso y por los Rambay, nativos y fundadores de Apartadó, se paseó por
última vez, por las calles de su amado Apartadó, en su tradicional recorrido de
las mañanas, que iniciaba en su apartamento en el barrio Ortiz, frente a la
emisora Apartadó Estéreo, pasando por el puente del Barrio Vélez hasta llegar
al Hogar Juvenil Campesino, en la Institución Educativa Aníbal Gallego.
Hasta allí llegaba a despertar
con alegría y afectos a los niños y jóvenes que el hogar atendía y con quienes
Santacruz cosechaba frutas y hortalizas en la finca, mientras enseñaba el valor
del campo, de la educación, de los sueños y de la vida. Así surgió, el apodo
dado a la institución educativa de «arranca yucas», hecho que a Santacruz no le
avergonzaba y, por el contrario, lo llenaba de orgullo al afirmar que estaban
trabajando y aprendiendo del campo mientras generaban alimentos.
Ese domingo, Santi o Chago como era conocido, salió del Hogar
Juvenil en su campero rojo hacia la finca de la misma entidad que quedaba a las
afueras del casco urbano de Apartadó. Al Hogar Juvenil Campesino, Santiago le
dedicó décadas de trabajo como director de la sede de Apartadó y en su dirección
siempre estuvo presente para generar bienestar a los jóvenes huérfanos o en
situación de abandono que estaban bajo custodia del Bienestar Familiar y a
quienes la fundación Hogares Juveniles Campesinos atendía.
Estas generaciones de jóvenes siempre
fueron para Santiago sus hijos adoptivos, su más poderoso motor para trabajar
desde el campo político por sus derechos y desde lo educativo se esmeró por
enseñarles sus deberes, inculcando valores, conocimientos, amor por el campo,
sentido de pertenencia por su país y, sobre todo, la convicción de que es la
educación y no las armas, la nica salida para lograr sus sueños y mejorar sus
condiciones y las de sus seres queridos.
Este hombre de tez morena,
alto y robusto, padre de cuatro mujeres, Martha, Gloria, Nancy y Alejandra, casado
con una maestra, Luz Marina, y abuelo de un niño que entonces tenía 2 años (Santiago,
el único al que conoció) y de Juan Diego, Ana María e Isaac quienes nacieron
años después de su muerte y para quienes conocer de su abuelo es un principio
para aprender de su ejemplo y de sus ideales.
Santiago es hijo de Ligia
Rambay, más conocida por la población de Apartadó como «la Abue» y Alfonso
Santacruz, cabezas de una numerosa familia de hermanos, primos y tíos, por
quienes también trabajaron incansablemente.
Recuerdos
del líder político
Las personas que acompañaron
de cerca a Santiago lo recuerdan como una persona humilde, bondadosa,
carismática, con un particular sentido del humor, un promotor del deporte y un
líder que respondía a las necesidades de su pueblo, pero también, como un
hombre de carácter, que defendió con criterio sus posiciones desde las sesiones
del Concejo de Apartadó, donde fue crítico por la desatención a las poblaciones
menos favorecidas de su municipio y su Urabá; y quien atendió sin diferencia
alguna de ideales políticos y clases sociales, a los ciudadanos que por más de
20 años lo eligieron como Concejal de Apartadó y lo buscaron en sus espacios de
trabajo, en el directorio liberal, en el Concejo, en el Hogar Juvenil
Campesino, en su casa, por las calles del municipio o en el campo, hasta donde
Santacruz Rambay se encontró con la muerte.
El
Patriarca, como también fue llamado este líder por algunos
ciudadanos que lo recuerdan como un hombre de corazón generoso, de pocas
palabras y entrecortadas, pero pragmático, conciliador, dotado de un excelente
sentido del humor y líder indiscutible.
Defendió lo público como un
bien de todos y no de unos pocos y fue abanderado de los derechos y el
bienestar de las familias campesinas, para los niños y jóvenes, amante del
deporte y promotor del talento de los deportistas para quienes buscó siempre las
mejores condiciones. Su trabajo, en un homenaje póstumo, llevó al Concejo Municipal
de Apartadó a nombrar el estadio municipal con su nombre.
Sin ser menos importante, los
ancianos fueron quizás quienes más lloraron a Santacruz el día de su entierro,
expresando una profunda tristeza al ver partir no solo al líder sino a su defensor
número uno, para el líder liberal había una guerra aún más importante que la de
las armas, se trata de la guerra contra el hambre, contra la pobreza y las
desigualdades sociales.
Su don de servicio es el valor
que luego de 15 años de su muerte, su familia, sus amigos y admiradores,
quieren hoy resaltar y transmitir a las nuevas generaciones. Además, resaltar su
visión de desarrollo de la región, en la que siempre creyó y nunca abandonó
demostrando siempre una admirable pasión por el trabajo comunitario.
Su muerte fue una noticia que
silencio a un municipio entero, reconocido, además, por la alegría de sus
pobladores, por la pujanza y el trabajo de sus gentes. «Era el muerto menos
esperado», se escuchaba decir en medio de los días de velación que se dieron para
despedir al gran líder liberal.
La
verdad y el perdón, fundamento para la reconciliación
En el año 2012 el hoy agente
de paz y desmovilizado ex jefe guerrillero de las FARC, Daniel Sierra Martínez,
alias Samir, dijo en entrevista al Periódico Ciudad Sur, que pedía perdón a la
familia y a los seres queridos del Concejal Santiago Santacruz Rambay, que como
jefe, en ese entonces, del bloque guerrillero que perpetró el asesinato del
líder y de su conductor Edwin Pino, en el sitio Tres Esquinas de la vereda San
Martín.
«Se trató de un error, de los
peores que bajo mi mando se cometieron, aunque yo no me encontraba en la zona,
el hecho tuvo sus consecuencias para el bloque», dijo el desmovilizado. En la
misma entrevista, el agente de paz, reconocía que este hecho no significó sólo
acabar con la vida de dos personas y la victimización a dos familias, sino un
atentado contra toda una comunidad que lo quería, que lo necesitaba y que lo
respetaba.
Sin embargo, los postulados de
Santacruz, entre ellos el perdón y la sana convivencia, no permitieron la
generación de odios, venganzas y violencias, los quince años que se han vivido
luego de su muerte han estado enmarcados en una dedicación al trabajo y al
desarrollo a través de la educación por parte de sus familiares y por los
jóvenes del Hogar Juvenil Campesino quienes también quedaron huérfanos.
Esas son las grandes herencias
que Santiago Santacruz Rambay dejó a su región y que hoy queremos recordar.
Editado por: Octavio Gómez Velásquez