jueves, 18 de febrero de 2016

Herencias de un maestro sobre liderazgo político


La casa blanca con puertas y ventanas rojas, ubicada en el centro de Apartadó y denominada Directorio Liberal, tal vez no ha logrado recuperar el rol que perdió hace 15 años cuando, por allí, miles de personas pasaron a decirle adiós a su concejal y líder comunitario, Santiago Santacruz Rambay.

Fue un domingo de febrero, el 18, del año 2001, cuando el concejal y maestro, nacido en el corregimiento Río Grande, del municipio de Turbo, educado por su familia, los Santacruz, de origen pastuso y por los Rambay, nativos y fundadores de Apartadó, se paseó por última vez, por las calles de su amado Apartadó, en su tradicional recorrido de las mañanas, que iniciaba en su apartamento en el barrio Ortiz, frente a la emisora Apartadó Estéreo, pasando por el puente del Barrio Vélez hasta llegar al Hogar Juvenil Campesino, en la Institución Educativa Aníbal Gallego.

Hasta allí llegaba a despertar con alegría y afectos a los niños y jóvenes que el hogar atendía y con quienes Santacruz cosechaba frutas y hortalizas en la finca, mientras enseñaba el valor del campo, de la educación, de los sueños y de la vida. Así surgió, el apodo dado a la institución educativa de «arranca yucas», hecho que a Santacruz no le avergonzaba y, por el contrario, lo llenaba de orgullo al afirmar que estaban trabajando y aprendiendo del campo mientras generaban alimentos.

Ese domingo, Santi o Chago como era conocido, salió del Hogar Juvenil en su campero rojo hacia la finca de la misma entidad que quedaba a las afueras del casco urbano de Apartadó. Al Hogar Juvenil Campesino, Santiago le dedicó décadas de trabajo como director de la sede de Apartadó y en su dirección siempre estuvo presente para generar bienestar a los jóvenes huérfanos o en situación de abandono que estaban bajo custodia del Bienestar Familiar y a quienes la fundación Hogares Juveniles Campesinos atendía.

Estas generaciones de jóvenes siempre fueron para Santiago sus hijos adoptivos, su más poderoso motor para trabajar desde el campo político por sus derechos y desde lo educativo se esmeró por enseñarles sus deberes, inculcando valores, conocimientos, amor por el campo, sentido de pertenencia por su país y, sobre todo, la convicción de que es la educación y no las armas, la nica salida para lograr sus sueños y mejorar sus condiciones y las de sus seres queridos.

Este hombre de tez morena, alto y robusto, padre de cuatro mujeres, Martha, Gloria, Nancy y Alejandra, casado con una maestra, Luz Marina, y abuelo de un niño que entonces tenía 2 años (Santiago, el único al que conoció) y de Juan Diego, Ana María e Isaac quienes nacieron años después de su muerte y para quienes conocer de su abuelo es un principio para aprender de su ejemplo y de sus ideales.

Santiago es hijo de Ligia Rambay, más conocida por la población de Apartadó como «la Abue» y Alfonso Santacruz, cabezas de una numerosa familia de hermanos, primos y tíos, por quienes también trabajaron incansablemente.

Recuerdos del líder político
Las personas que acompañaron de cerca a Santiago lo recuerdan como una persona humilde, bondadosa, carismática, con un particular sentido del humor, un promotor del deporte y un líder que respondía a las necesidades de su pueblo, pero también, como un hombre de carácter, que defendió con criterio sus posiciones desde las sesiones del Concejo de Apartadó, donde fue crítico por la desatención a las poblaciones menos favorecidas de su municipio y su Urabá; y quien atendió sin diferencia alguna de ideales políticos y clases sociales, a los ciudadanos que por más de 20 años lo eligieron como Concejal de Apartadó y lo buscaron en sus espacios de trabajo, en el directorio liberal, en el Concejo, en el Hogar Juvenil Campesino, en su casa, por las calles del municipio o en el campo, hasta donde Santacruz Rambay se encontró con la muerte.

El Patriarca, como también fue llamado este líder por algunos ciudadanos que lo recuerdan como un hombre de corazón generoso, de pocas palabras y entrecortadas, pero pragmático, conciliador, dotado de un excelente sentido del humor y líder indiscutible.
Defendió lo público como un bien de todos y no de unos pocos y fue abanderado de los derechos y el bienestar de las familias campesinas, para los niños y jóvenes, amante del deporte y promotor del talento de los deportistas para quienes buscó siempre las mejores condiciones. Su trabajo, en un homenaje póstumo, llevó al Concejo Municipal de Apartadó a nombrar el estadio municipal con su nombre.

Sin ser menos importante, los ancianos fueron quizás quienes más lloraron a Santacruz el día de su entierro, expresando una profunda tristeza al ver partir no solo al líder sino a su defensor número uno, para el líder liberal había una guerra aún más importante que la de las armas, se trata de la guerra contra el hambre, contra la pobreza y las desigualdades sociales.

Su don de servicio es el valor que luego de 15 años de su muerte, su familia, sus amigos y admiradores, quieren hoy resaltar y transmitir a las nuevas generaciones. Además, resaltar su visión de desarrollo de la región, en la que siempre creyó y nunca abandonó demostrando siempre una admirable pasión por el trabajo comunitario.

Su muerte fue una noticia que silencio a un municipio entero, reconocido, además, por la alegría de sus pobladores, por la pujanza y el trabajo de sus gentes. «Era el muerto menos esperado», se escuchaba decir en medio de los días de velación que se dieron para despedir al gran líder liberal.

La verdad y el perdón, fundamento para la reconciliación

En el año 2012 el hoy agente de paz y desmovilizado ex jefe guerrillero de las FARC, Daniel Sierra Martínez, alias Samir, dijo en entrevista al Periódico Ciudad Sur, que pedía perdón a la familia y a los seres queridos del Concejal Santiago Santacruz Rambay, que como jefe, en ese entonces, del bloque guerrillero que perpetró el asesinato del líder y de su conductor Edwin Pino, en el sitio Tres Esquinas de la vereda San Martín.

«Se trató de un error, de los peores que bajo mi mando se cometieron, aunque yo no me encontraba en la zona, el hecho tuvo sus consecuencias para el bloque», dijo el desmovilizado. En la misma entrevista, el agente de paz, reconocía que este hecho no significó sólo acabar con la vida de dos personas y la victimización a dos familias, sino un atentado contra toda una comunidad que lo quería, que lo necesitaba y que lo respetaba.
Sin embargo, los postulados de Santacruz, entre ellos el perdón y la sana convivencia, no permitieron la generación de odios, venganzas y violencias, los quince años que se han vivido luego de su muerte han estado enmarcados en una dedicación al trabajo y al desarrollo a través de la educación por parte de sus familiares y por los jóvenes del Hogar Juvenil Campesino quienes también quedaron huérfanos.

Esas son las grandes herencias que Santiago Santacruz Rambay dejó a su región y que hoy queremos recordar.

Editado por: Octavio Gómez Velásquez 



miércoles, 16 de octubre de 2013

Comenzar a contar

Confieso que me da temor no poder cumplir con las expectativas de TRAL, porque el tiempo disponible es poco.. sin embargo quiero aprender de los demás y compartir mis experiencias. En este momento escribo desde un salón de preescolar en donde los pequeños gigantes están aprendiendo con los XO..

El es Harol un hermoso de grado preescolar que orgulloso muestra como realizó la actividad Memorizar con el XO y completó todas las sumas. Todo un monitor


La familia, la primera red de aprendizaje

La literatura nos une


En familia disfrutando de la Feria de Libro de Medellín, compartiendo nuestros gustos literarios y aprendiendo juntos :)


Descubriendo nuestra tierra

Con mi hijo Isaac conociendo la tierra de nuestros abuelos,  Apartadó (Urabá) Antioqueño.

Siempre he creído que la mejor forma de aprender es experimentando y conociendo. En esta fotografía estamos en San José de Apartadó. 



Mi primera maestra, mi madre



Luz Marina Arenas Ladino, maestra colombiana hace más de 30 años, hoy jubilada. Es una enamorada y convencida de que la educación es la base fundamental, acompañada del amor y de la familia para vencer todos los obstáculos de la vida. Ella es mi madre y fue mi primera maestra.. 

Con ella he viajado por los caminos más alegres y también he superado las dificultades (los momentos de aprendizaje) que se me han presentado. A ella le debo mi pasión por la comunicación, la escritura, las artes y mi convicción de que la enseñanza y el aprendizaje son una red constante que se teje cada día con los seres que nos rodean.. Así, como en ese vehículo rojo que le construyó a mi hijo Isaac (foto)  para su guardería, ella ha construido los vehículos para que mi interés para aprender sea más grande cada día.  A mi primera maestra siempre le estoy agradecida. 

Ella hace parte de los Maestros Expedicionarios de Medellín. 


viernes, 21 de junio de 2013

Me caí del mundo y no sé por dónde se entra. (Para mayores de 50)

Me caí del mundo y no sé por dónde se entra. (Para mayores de 50)  Por: Eduardo Galeano periodista y escritor Uruguayo. 


Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.. 

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. 

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. 
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. 

Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. Es más! Se compraban para la vida de los que venían después La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas..... 

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. 
Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapatero, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos..... De 'por ahí' vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años porque si no, eres un arruinado. Aunque el coche esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios. 
Mi cabeza no resiste tanto. 

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. 

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre... Me educaron para guardar todo. Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. 

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería... ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? 

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... ¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos!!  los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas. 

¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos. 

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio.
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'. 

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. 

Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir. 

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella. 

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. 

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. 

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. 

No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. 
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga. 

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado...